Los fundamentos o razones de la presente página son, sin pretender en caso alguno ser excluyentes o hacer una lista completa, los siguientes:
En primer lugar no se puede dejar de señalar el inusual carisma de Michelle Bachelet, el cual nos parece que va más allá de una cuestión personal. Parece tener una directa y profunda relación con un cambio que empieza a tomar forma en nuestra sociedad. Creemos que ese cambio se ha encontrado con ella y ella con él. Los procesos de cambio en curso son oportunidades para una sociedad, pero, al mismo tiempo, subyacen las amenazas de las estructuras, grupos y personas que se ven amenazados por el mismo.
El sistema político chileno ha sido definido como presidencialista, por los poderes que acumula el Presidente de la República de conformidad a la Constitución vigente. Tales poderes son de tal magnitud que no sería un abuso expresar que nuestro sistema constitucional no está muy lejos de una monarquía constitucional electiva. El Presidente en nuestro país es más que el mayor funcionario público o el ejecutor de la máxima magistratura, es la expresión y símbolo de Estado y la Nación, además de protector del Pueblo. La elección como Presidente de Michelle constituiría un punto de inflexión en nuestra historia política, social y cultural. Creemos que Michelle Bachelet es la persona para realizar tal cambio que de a nuestra sociedad una profundidad, consistencia y tolerancia, de las cuales actualmente carece. Tiene la fuerza para ello.
Quedan tareas por realizar y objetivos por alcanzar para que nuestro estado y sociedad adquieran una relación más estrecha con los principios de la República, la Democracia y la Libertad, todos, sin duda, estrechamente entrelazados. Subsisten en nuestro País muchas y potentes formas oligárquicas de las relaciones de poder.
Está fuera de discusión que la libertad no es posible sin un sistema político democrático, garantías constitucionales de la persona y un sistema económico de mercado. Lo anterior es muy importante, pero al mismo tiempo muy general. Nuestro denominado modelo presenta imperfecciones en uno y otro aspecto.
Nuestro sistema electoral, denominado binominal, genera una distorsión inaceptable de la expresión del voto ciudadano. Con un poco más de un tercio de los votos, se alcanza una representación del 50 por ciento. Se ha sostenido por los que defienden el sistema que así se forman dos grandes bloques y que, con el tiempo, tenderíamos a parecernos a los ingleses y norteamericanos. Lo anterior no es efectivo. En Gran Bretaña y Estados Unidos rige el sistema uninomal, esto es, se elige a un solo candidato por unidad electoral. Si se aplica tal sistema en Chile, los que defienden el sistema binominal, elegirían a pocos de sus candidatos. A comienzos de los años noventa no habrían obtenido representantes. Hoy, por obra del sistema señalado, obtienen una gran representación y, dado el alto quórum establecido en la Constitución para legislar sobre materias muy relevantes, han colocado una puerta de hierro al proceso legislativo. Este sistema binominal, invento de algunos para gobernar sin ser mayoría, tampoco ha tenido por efecto poner término a la variedad de partidos políticos en nuestro país, ya que nuestra realidad social y política es otra. Chile es un país con múltiples partidos políticos y eso debe ser respetado a través de una ley electoral que sea democrática y respete tal realidad.
La educación laboral y la incorporación de tecnologías de punta en la economía son elementos indispensables para pensar en competir en los mercados globales con bienes de mayor valor agregado. Es conveniente que exista una distancia serena y reflexiva de las condiciones y elementos que actualmente ejercen una influencia considerable sobre la economía y sus estructuras. No se trata de estar en contra, sino de no ser parte interesada. Los tratados de libre comercio son muy importantes, pero junto con ellos el Estado tiene una tarea para que el esfuerzo productivo no solamente sea posible para las grandes empresas.
El sistema de previsión y de salud privados debe ser analizado con detención para determinar las correcciones que sean necesarias. Hoy eso ya empieza a plantearse. No debe olvidarse que, si bien es efectivo que los chilenos pueden escoger entre diversas AFP e ISAPRES, no es menos cierto que es una obligación legal cotizar para los trabajadores de nuestro país. En tal aspecto, no existe libertad de contratar, el contrato es forzoso. Eso introduce un elemento de orden público que obliga al Estado y la sociedad a evaluar constantemente si el sistema, que es de orden público, está realmente cumpliendo con sus objetivos de bien público. En el caso de las ISAPRES es altamente discutible que eso esté ocurriendo y los chilenos tenemos el pleno derecho a discutir los fundamentos de un sistema abusivo sin que nos tilden de extremistas. En el caso de las AFP existen aspectos, como las comisiones y la integración de sus directorios, en que debe velarse por el bien público al mismo tiempo que por los intereses de dueños y directores. Son altamente preocupantes las proyecciones de que más de un 60 por ciento de los que jubilen en el futuro no van tener los fondos suficientes para jubilar ni siquiera con la pensión mínima. Las AFP obtienen altísimas utilidades, en algunos de los casos con un 40 por ciento anual sobre el capital, y no son capaces de ofrecer una respuesta efectiva al problema de la jubilación de los chilenos. Es necesario poner freno a la política que beneficia a una ínfima minoría de privatizar las utilidades y estatizar las pérdidas. Ese es el estado de nuestro sistema provisional, grandes utilidades para algunos y toda la carga social para el Estado. Y, el Estado no es otro que el resto de los chilenos que paga impuestos.
En el ámbito de la libertad privada de las personas, del respeto a las opciones culturales y filosóficas, no son menores las presiones que necesario reducir en su intensidad para evitar que terminen atropellando a tal libertad. En este aspecto existe en nuestro país una tensión entre una tendencia mayoritaria que prefiere la preeminencia de tal libertad frente a una minoría que, desde centros de poder fáctico, busca hacer prevalecer sus tendencias.
La Presidencia de don Ricardo Lagos E. ha enfrentado múltiples problemas internos y externos. Nos parece que estos han sido enfrentados de gran forma, mostrando nuestro actual Presidente una capacidad notable para abordarlos sin dejar de lado los objetivos de su gobierno. Michelle Bachelet es la mejor persona para dar continuidad a la actual Presidencia de la República.
En fin, creemos que Michelle Bachelet ejercerá las funciones y deberes de Presidente de la República con el mismo rigor y alto desempeño que ha mostrado como Ministro de Salud y Ministro de Defensa. En tal sentido, procurará siempre el bien de Chile, su interés por sobre todo otro y la seguridad exterior del Estado y su orden interno estarán en muy buenas manos. Lo anterior es la máxima relevancia. Cuando se piense en un Presidente para nuestro País, se debiese pensar en lo anterior.
Son muchos los temas y este sitio tiene también por objeto que ellos se puedan plantear en el marco de apoyo a la opción presidencial de Michelle Bachelet.